domingo, 17 de noviembre de 2013

NOTA HOMENAJE AL MAESTRO VICENTE MIEREZ !!!!DIARIO EPOCA CORRIENTES ARGENTINA

 Domingo 17/11/2013 | 08:42 hs Leído 691 veces.MAESTRO DE ARTES MARCIALESMiérez no se baja del cuadrilátero y da la pelea de su vida
“Ramón” es el nombre con el que se lo conoce desde que empezó a dar sus primeros pasos en el boxeo porque su padre no quería que haga deportes de contacto. Tuvo una carrera llena de títulos en el taekwondo pero hoy esas medallas parecen perder valor porque desde hace seis años combate al cáncer. A su modo lo enfrenta y su objetivo es ganar la batalla.

Más Fotos (1) »
Autor: Gonzalo Contreras Ortiz - diarioepoca.com (@gonzalocontra)
“El 8 de diciembre me van a hacer un homenaje en Buenos Aires” cuenta en tono humilde Vicente Miérez, el mismo que tuvo que ponerse “Ramón como pseudónimo, para que mi padre no sepa que yo entrenaba boxeo. Él no quería que haga deportes”, recuerda en una charla distendida con época.

Antes de ser un reconocido deportista fue linotipista en este diario y en otro de Resistencia, para luego encaminarse decididamente para el lado de las artes marciales y llegó a ser “el primer campeón correntino del Argentino de Taekwondo en 1984”. También trabajó en la Dirección de Deportes “durante 25 años” hasta que los viajes lo llevaron a renunciar.

Jugó al fútbol, se consideraba “bastante rudo”; se crió en el barrio Antártida Argentina “tierra de grandes boxeadores”, recuerda. Hoy es VII Dan de taekwondo y III Dan en Full Contact, algo que le encanta y lo mantiene expectante en el gimnasio de Yrigoyen al 2.100, donde enseña cada día de su vida. Conoció el mundo gracias al deporte pero a los 56 años le dijeron que no podía seguir compitiendo.

Esta es una historia distinta, llena de deporte pero en la que el personaje plantea dos caminos a seguir ante una enfermedad como el cáncer: “La que te llevan con quimioterapia y creen que te van a perdurar más tiempo, aunque sufriendo; o la otra en la que decís menos tiempo, pero disfrutando”. Duro, como la vida misma.

En marzo de este año, a este taekwondista le dijeron que sólo le quedaban “tres meses de vida y, sin embargo, acá me ven todavía”. Pelea desde hace seis años contra esta enfermedad, en un combate que no quiere perder sobre todo por su familia “porque no quiero defraudarlos”.

TODO TIENE UN INICIO

“Mi verdadero nombre es Vicente Miérez pero todos me conocen como Ramón. Hacía boxeo en forma aficionada y para que mi padre no sepa que debía pelear o entrenar me cambié el nombre, me puse Ramón. Después, cuando competía en judo y taekwondo también me puse Ramón porque mis padres no querían que haga deporte de contacto. Eso fue en 1969 o 1970 más o menos”.

¿En esa época qué importancia tenían las artes marciales en Corrientes?
No existían prácticamente, o si existían era muy desprolijo porque no había organización, pero en el ’71 vino un paraguayo a enseñar taekwondo. Así como yo entrenaba boxeo y hacía judo, también habían otras disciplinas como el karate y el kung fu. Fui a mirar karate y era muy táctico, no como el boxeo, por eso pensé que no era para mí.
Entonces cuando vino el taekwondo vi como se movían, se desplazaban, era más libre en las manos y como venía del boxeo dije “esto puede andar conmigo”.

¿Boxeaste?
No, nunca combatí porque estaba prohibido para mí. Tenía 19 años, pero nosotros practicábamos en el barrio Antártida Argentina a los 14 y 15 años, del que salieron grandes boxeadores como Ramón Romero, “Tortín” Benítez, los Ibarra (Rómulo e Ito), y teníamos conexión con Oscar Campagna. Ahí comencé el taekwondo, y comenzó una etapa donde hacía las tres cosas: boxeo, judo y taekwondo.
Tuve la suerte que, al año, gané el primer Torneo Abierto organizado por mis profesores y obtuve una beca para ir a practicar a Paraguay. Estuve 45 días en Asunción especializándome con el profesor José Duarte. Acá vine, practiqué con Javier Dackac, de Resistencia y con él salí campeón Nacional en 1984.

¿Conociste Estados Unidos?
Fui a un curso de perfeccionamiento con la selección, designado por la Federación representando al equipo argentino. Estuve desde el ’84 al ’87 en el equipo argentino de adultos, después en Seniors. Competí hasta los 56 años, me apareció un cáncer y estuve ocho meses con la salud muy delicada.
Después pude renacer, revivir y acá estoy. Luego me graduaron como VII Dan en la categoría de Maestros por lo que ya no competimos más. Ahora cumplimos funciones directivas dentro de la Federación, y cada uno tiene su escuela.

EL COMPETIDOR Y EL MAESTRO

¿Cuáles fueron tus mayores logros?
El taekwondo es lo más importante, lo hice toda la vida y después vinieron las otras disciplinas. Deportivamente he conocido muchos lugares, muchos países y eso me hizo conocer muchos amigos; y sigo teniendo logros deportivos porque, a través de mis alumnos, me siguen manteniendo firme la llama de competidor porque aunque no compita ellos lo hacen y siento como que estoy siempre en el cuadrilátero con ellos. Esos son mis mayores logros.

¿Pero cuáles fueron los logros individuales más trascendentes en tu carrera?
Fui el primer correntino campeón argentino de taekwondo en 1984. Después salí campeón metropolitano en 1985, también fui el primer correntino. Luego gané en 1987; en Seniors salí dos veces campeón nacional y por eso integré el equipo argentino del ’84 al ’87.
A nivel internacional tengo campeonatos obtenidos en Brasil, Chile, Bolivia; fui campeón Sudamericano; fui el primer deportista de taekwondo reconocido por el Círculo de Periodistas Deportivos; me distinguieron en 1985 en Buenos Aires, entre otras cosas.

¿Te quedó algo por hacer en el taekwondo?
Me gustaría que mis alumnos se consagren campeón mundial porque yo no pude.

¿Y qué te faltó para eso?
Me faltó ímpetu para golpear puertas porque hay que golpear muchas para conseguir el apoyo económico para viajar -que siempre es un trastorno-. Tenía que entrenar pero no la suficiente fuerza para ser perseverante en ir todos los días a golpear y conseguir la ayuda de los funcionarios o los comerciantes. En otras cosas tengo perseverancia pero en eso sentía como que algo no funcionaba para que seamos reconocidos como deportistas que hasta ahora ocurre.

¿Qué hacés en tu vida diaria?
Estoy enseñando taekwondo en Yrigoyen (al 2.100) y tengo filiales que están a cargo de alumnos míos. También enseño kickboxing, técnicas de MMA que hoy se practica mucho. Le damos funcionalidad a la gente para que pueda practicar.
Mi forma de encarar el arte marcial es la siguiente: doy siempre una posibilidad para que a la gente le sirva como una forma de vida, no como competencia o deporte de defensa personal. Si bien viene todo detrás de eso, a la gente trato de inculcarle que consiga conocerse a uno mismo, superarse a uno mismo y después viene lo demás.
A veces la gente viene con deseos de aprender artes marciales o MMA porque ve las peleas en una jaula, pero eso es para personas especiales; y a veces no nos preocupamos en mirarnos a nosotros mismos y qué podemos conseguir del arte marcial que nos pueda servir para la vida.
A mí me toca vivir con un estado de salud que no es bueno, pero me enseñó a tener un equilibrio y conseguir paciencia para ciertas cosas que a veces uno no tiene.

¿Y la actividad de tus alumnos como marcha?
El fin de semana pasado estuvimos en la segunda edición de la Copa del Mundo. Se realizó en el estadio MEPA (Sindicato de Pasteleros), en Monte Grande, del que trajimos varios campeones, segundos y cuartos puestos.
Mi alumna Lorena Ledesma, en esta oportunidad, perdió por puntos en la pelea de contacto pleno; pero ya pedimos la revancha así que creo que nos darán pronto. Creo que fue un planteo táctico que nos superó en el momento, no se pudo cambiar la estrategia y fuimos superados.
Este año competimos en Europa, estuvimos en Madrid con mi escuela -a través de eso Argentina participó- y de tres competidores traje una de oro y dos cuartos puestos.

LA LUCHA PERMANENTE POR LA VIDA

A los 56 años tuviste que dejar de competir, ¿qué pasó?
Estando en buen nivel competitivo, todas las mañanas me hacía 10 kilómetros para estar en mi peso -que en Seniors era de 75 kilogramos-, entrenando tres veces al día, más todo el trabajo de dar clases. Un día sufrí una descompensación, me hicieron un estudio y detectaron que tenía cáncer en el colon y a partir de ahí comencé una odisea.
Estuve ocho meses internado, dos de esos acá en Corrientes; entré veintidós veces al quirófano; me llevaron en el avión sanitario con 40 kilos a Buenos Aires por lo que agradezco al Gobierno de la Provincia de aquel momento; ahí estuve cinco meses, varias veces en terapia. Ningún médico me daba posibilidad de vida y yo, estando muy consciente, les dije que iba a vivir, a correr, a patear...
Siempre corría la Costanera y tenía por costumbre conectarme con los lapachos a la mañana temprano... Les decía que iba a volver a correr, que no se preocupen, que ellos hagan lo que tenían que hacer.

Y en esta situación límite... ¿sentiste la ayuda del taekwondo?
Sí, me ayudó mucho porque jamás bajé los brazos y siempre tuve la seguridad que lo iba a luchar hasta lo último, y lo sigo luchando. Me hago quimioterapia una vez por semana y la gente no cree que tengo un cáncer, y gracias a Dios consigo fuerzas a través de lo espiritual, lo físico, lo mental...
Me toca vivir esta experiencia y por eso transmito a mi gente que traten de experimentar la parte filosófica del arte marcial, no solo la deportiva. Mis alumnos entienden la forma de vida que trato de inculcarles, que lo que uno tiene adentro es lo que le hace luchar en la vida, no los trofeos y las medallas. Hace seis años que sigo luchando y trato de no negar cuando me hacen un reportaje.

¿Cómo se le pelea a la enfermedad?
Tengo gente conocida con la que hacemos quimioterapia y algunos están entregados. Se entregan con la enfermedad y lo que me parece es que hay que luchar, no entregarse, disfrutar lo que se hace como lo hago yo con las clases que hago, de mi trabajo, de las competencias...
La gente que hace “quimio” sufre mucho porque no disfruta ni de lo que come, ni de lo que toma. En mi caso, tengo que tratar de no demostrar lo que uno siente y darle fuerzas, porque a veces vienen con problemas tan chiquitos... yo en ocho meses no comí, no tomé agua... jamás pensé que iba a tener una enfermedad así, que me iba a pasar esto.
Sigo entrenando como si nada, a pesar de que los médicos no quieren que entrene, pero veo que la gente que se queda es a la que le destruye más rápido; entonces prefiero que si me llega a pasar sea en acción y no con los brazos cruzados.

¿Le vas a ganar?
No sé.

¿Esta es la verdadera competencia que te puso la vida?
Sí, la más dura (se emociona y continúa). Estoy pasando una etapa de definición con respecto a la salud.
Hay una quimioterapia en la que habla la medicina y sufrís; y otra en la que no te hacés “quimio” -como en mi caso que me considero una persona especial como todas las que hacen artes marciales- en la que entrenás como corresponde, te alimentás bien, distinto como todos los que tienen cáncer, y me pregunto ¿cuál sería la correcta?
¿Es la del camino de la ciencia? La que te llevan con “quimio” y creen que vas a perdurar más tiempo pero sufriendo; y la otra en la que decís “menos tiempo, pero disfrutando”. Pero acá no sabés porque acá te queman todo adentro, entonces ¿cuál es la salud que te dan? Si en la otra te encontrás con que podés comer, disfrutar, entrenar, patear, que con la “quimio” te quitan todo porque estás sin defensas.
Yo, que viajo por todos lados, tengo que estar pensando ¡que no me tienen que contagiar! Que no me tiene que pasar eso. Gracias a Dios nunca me pasó eso, pero uno está ahí, luchando con todo eso. Vamos a ver hasta cuándo se puede luchar. Hoy me emocioné, no me suele pasar, porque a veces se te escapa, tenés que mostrar una imagen ficticia.
Viví una etapa de luchador y sigo esa etapa: subís al cuadrilátero, tenés a tu coach en la esquina, al público, tus alumnos y la gente que te conoce que gritan por vos. Hoy le enfrento al cáncer: mi coach son los médicos, y el público es mi familia... a ellos no los puedo defraudar. Entonces lucho como siempre, para no perder.


No hay comentarios: